El universo rompe en olas
Hubo un tiempo, hace millones de años, donde todo era potencia. No habían ríos ni lunas, no existían historias ni fórmulas, ni las cosas que más nos gustan del mundo. Pero en ese momento, antes de nosotrxs, un cúmulo de constelaciones y gases se fusionó con otro: dos sistemas en encuentro, un trozo del universo colapsando en un vórtice. Este entrelazamiento cósmico llevaría al nacimiento de una galaxia, la Vía Láctea, que en una mezcla de espirales, explosiones, succiones y desplazamientos, creó, entre muchas cosas más, nuestro planeta.
El universo rompe en olas de Andrea Bores es un vórtice en transformación constante. Levanta el horizonte con un torbellino y lo desmantela en el aire. Aquí, el paisaje deja de regirse por la gravedad para convertirse en lo que Bores denomina como paisajes termodinámicos, donde el horizonte desaparece como brújula para convertir el espacio en un ambiente climático, donde las partículas se ordenan por sistemas de turbulencias y flujos laminares. Las pinturas de Bores son inmersivas y capturan la huella del movimiento de la materia, como si su mano acariciara la superficie del universo.
Entre las incertidumbres climáticas, políticas y económicas que atraviesa el tiempo actual, Andrea Bores busca empatía en un fenómeno físico, el flujo de gradientes. Esta máxima de la termodinámica es simple: en la naturaleza siempre se buscará un equilibrio, ya sea de temperatura, partículas o energías. Pero se sabe que el equilibrio no existe, que sólo es un ideal al que toda la materia se dirige para mantenerse en permanente movimiento. A mayor o menor escala, habitamos en conjunciones de vórtices entrelazados que se afectan constantemente. Cuando en la atmósfera hay un cambio en la temperatura, el aire se mueve, creando el viento que empuja las partículas de vapor a convertirse en agua, la cual caerá en forma de lluvia a un cerro, cuyos minerales comenzarán a moverse para eventualmente nutrir una planta o causar un deslave que cambiará el destino y cultura de un pueblo. Así, toda la materia está interconectada.
En el recorrido por el proceso de Andrea Bores, somos una espora en una espiral: nos reencontramos con espacios que aunque son similares, contiene una cierta extrañeza. Al acercarnos al centro de todo, se acelera la velocidad con un ritmo que revuelve las tripas, como el recuerdo de una ola que te revuelca en la playa. Entre cada pestañeo, se vislumbran los momentos congelados de la arena viajando a máxima velocidad, las conchas volando, los pies arriba, la cabeza rozando el piso. En ese momento el cuerpo es agua, sal y ola al mismo tiempo. Finalmente, todo nos lleva al ojo del huracán, ese lugar de calma espectral donde el caos queda alrededor por unos segundos. Pero para llegar ahí, hay que atravesar lo demás.
En el tiempo humano, estamos en el área de turbulencia, revolcadxs por la ola, esperando que por favor ya nos escupa a la orilla y nos deje respirar. En los tiempos cósmicos estamos en el borde. Somos un charco con polen en lento movimiento, laminar y tenue. En esta exposición, Andrea Bores nos recuerda que aunque no sabemos qué vendrá después, qué partícula cambiará dirección e iniciará una nueva turbulencia, lo hará con el fin máximo de preservar la vida y crear historia después de nosotrxs. Pues desde el momento en que chocaron esas galaxias, la materia complotó minuciosamente, cruzó millones de años de vórtices irrefrenables, para tenernos hoy, justamente, aquí.
Antonia Alarcón
“Todo en el mundo comenzó con un sí. Una molécula dijo sí a otra molécula y nació la vida. Pero antes de la prehistoria existía la prehistoria de la prehistoria y existía el nunca y existía el sí. Siempre lo hubo. No sé qué, pero sé que el universo jamás comenzó.”
La hora de la estrella, Clarice Lispector.




Andrea Bores
La nebulosa pasa como un río, 2023
Textil de algodón teñido
142 x 272 cm

Andrea Bores
Lluvia, vapor y velocidad, 2023
Textil de algodón teñido
142 x 224.5 cm

Andrea Bores
Serpiente, 2023
Talla en madera
142 x 272 cm
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Andrea Bores
El horizonte nunca fue estático I , 2023
Grafito sobre papel
45.5 x 45.5 cm
Andrea Bores
El horizonte nunca fue estático III, 2023
Grafito sobre papel
45.5 x 45.5 cm
Andrea Bores
El horizonte nunca fue estático IIII, 2023
Grafito sobre papel
45.5 x 45.5 cm
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Andrea Bores
El horizonte nunca fue estático IV , 2023
Grafito sobre papel
45.5 x 45.5 cm
Andrea Bores
El horizonte nunca fue estático V , 2023
Grafito sobre papel
45.5 x 45.5 cm

Andrea Bores
Vórtice de sol, 2023
Decalcomanía
62.5 x 43.5 cm
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Andrea Bores
Mi paracaídas empezó a caer vertiginosamente, 2023
Textil de algodón teñido
Medidas variables