Miedo siempre, miedo en todas partes
En las sociedades contemporáneas se privilegia, como apariencia, el orden y lo pulcro sobre el caos y la suciedad. Se ignora un hecho incontrovertible: en realidad, estas tensiones conviven cotidianamente en un entramado de relaciones profundas. Como pretexto de alcanzar ese mundo al que aspira el poder –estatal, económico, religioso–, se han idealizado una serie de arquetipos para justificar el dominio y control sobre otros cuerpos. El Estado mismo, en situaciones que considera extraordinarias, transgrede sus propias leyes para declarar un estado de excepción que avale su uso de la fuerza. Ante la posibilidad de desobediencia y descontrol, responde con represión.
En este panorama, el miedo funge como un dispositivo en el ejercicio de ese poder opresor, cuyo pretexto es la seguridad. Sin embargo, este sentimiento es inherente a los seres vivos. Se manifiesta en la psique y recorre la dermis en distintas escalas, llegando incluso a ser paralizante. Su impronta es vertida en traumas pasajeros o permanentes. Si bien se pueden enumerar sin mucho esfuerzo algunas de las causas del miedo -como la inmensidad del universo, el saberse finitx, lo desconocido que se transforma en siniestro por a veces ser inexplicable-, en la actualidad, este se vincula a la inestabilidad política, social, cultural, económica o climática. Esta sensación de amenaza constante propicia un sentimiento de angustia frenética.
En este sentido, la exposición Miedo siempre, miedo en todas partes de Raúl Rebolledo, es al mismo tiempo un recuerdo del temor propagado a través de ciertos símbolos de poder, como la oportunidad para desactivar su uso principal y evidenciar su absurdo.
Lux Iducit Chaos son constelaciones que a simple vista reflejan su brillo en una noche despejada. Al ver con detenimiento se revela que esta inmensidad celeste está compuesta de casquillos percutidos. Las armas de fuego, creadas en la antigua China en el siglo IX, se propagaron en los países europeos dos centurias después y fueron usadas para expandir su dominio infundiendo miedo en los territorios que buscaban colonizar. Ante la falta de sublevación inmediata, justificaban su violencia subyugando poblaciones enteras e imponiendo sus reglas e ideologías. Con la expansión de la tecnología armamentista se fueron depurando las armas para hacerlas más precisas. En estas constelaciones encontramos dos tipos de balas con uso extendido entre militares, polícias e incluso civiles: .9 mm, La violencia armada, al menos en México, y el tráfico de armas en su frontera norte, recrudecen el panorama de esta instalación situándonos en una realidad que recorre más de quinientos años de historia y que llega a nuestra cotidianeidad.
Más adelante, nos encontramos frente a un espejo con un borde dorado. De nuevo, en Máquina para reverencias, Rebolledo juega con el trampantojo para diluir o contener el miedo, al encarar nuestro propio reflejo al borde de una guillotina. Esta imagen perturbada del alcance de la violencia como aparato estatal nos regresa de nuevo al pasado. Si bien la guillotina se asocia con la Revolución Francesa, esta era una mejora de máquinas similares utilizadas en otros países con el fin de intentar democratizar la pena de muerte para todas las clases sociales que hubieran cometido crímenes. Aunque la guillotina se uso por última vez en 1981, la pena capital sigue estando en la legislación de cincuenta y cinco países. Este sistema de justicia fallido opera a través de otros métodos en el presente pese al esfuerzo de organismos internacionales de prohibir su uso.
La obra Último presente, se compone de una mano dorada que asemeja el fragmento de un monumento caído reafirmando su poder a través del gesto de cerrar el puño y levantar o apunta enfático el dedo índice. Abajo de este, un cúmulo de hojas fungen como pedestal. La textura del plinto se enturbia al acercarnos y percibir los pliegues de una bolsa mortuoria. Otro símbolo del miedo vinculado a la vulnerabilidad de la vida y a la violencia necropolítica.
Al enfatizar el miedo, Raúl Rebolledo nos confronta con nuestra vulnerabilidad humana, a su vez que señala la inoperancia de un sistema que acredita el despliegue de la violencia en pro del cuidado del cuerpo social. Miedo siempre, miedo en todas partes es un detonante que evidencia la aspersión vigilante del miedo, así como su contraparte, que acciona la respuesta colectiva ante este sin dejar de sentirlo.
Fernanda Ramos



%2018_15_39.png)
Raúl Rebolledo
Lux induct chaos, 2023
166 casquillos 9mm percutidos, 23 constelaciones
Medidas variables
%2018_15_34.png)
Raul Rebolledo
Máquina para reverencias, 2023
Hoja de latón con baño de oro, base de mármol
167 x 860 x 8 cm
%2018_15_24.png)
Raul Rebolledo
Último presente, 2023
400 impresiones offset & mano vaciada de latón con baño de oro
69 x 100 x 25 cm
