Esta exposición es una puesta en juego que intuitivamente busca situar al espectador en medio de una dinámica de fuerzas prediscursivas, fuerzas del hacer. La exposición explora estas fuerzas como potencia esencial, como proceso a través del cual podemos interiorizar y desplegar-se en el mundo, es decir, podemos adaptarnos. En el hacer producimos condiciones que nos estructuran ontogénicamente en nuestra deriva de especie y constituyen la posibilidad de nuestro devenir. En este sentido, el hacer al que apelamos no es un hacer mecánico o con fines productivos y mucho menos uno que comandan instancias exógenas, sino un hacer libre de códigos -quizá principio de su posibilidad o su momento original- cuyos efectos nos comprometen cabalmente y perfilan nuestro comportamiento en el mundo. Este es un hacer que nos ata al mundo antes de ser capaces de “separarnos” de él, uno que concibe en las manos el potencial de la tierra y su voluntad es principio para la vida. Este es el punto en que la puesta en juego de esta exposición pretende sumergir a sus espectarodxs: una caverna llena de esfuerzos -unos minuciosos, otros más tajantes- que componen un territorio intuitivo para remitirnos al contacto original que late en el hacer, desde dónde podemos renovar los lazos de nuestros trabajos con el mundo que nos constituye y abrasar una sola vida, donde unx y la otredad se disuelven juntxs.